Un entorno magnífico

Como se ha dicho, lo primero que enamora de este establecimiento es su posicionamiento mágigo en la ladera del Benacantil y encarado totalmente al mar cosa que no han desaprovechado los propietarios sustituyendo todas las paredes por amplios ventanales. La decoración en madera y blancos acorde con el entorno en el que se ubica el restaurant.

Hemos tomado menú La ereta a 46 euros: aperittivo de bacalao con leche de coliflor y arroz inchado (bueno pero falto de sabor y a temperatura ambiente, ni frío ni caliente, cosa que a mi, particularmente, no me gusta); bonito en conserva (casera) con diferentes purés y gelées (zanahoría, tomate...) con la contundencia que le faltaba al bacalao (bueno); huevo a 65 grados con gamba roja y sopa de cebolla (bueno); una especie de fideua con calamar (bueno); lomo de cordero con puré de patatas (muy bueno); "pralín" de canela con helado de te (lo mejor, y no soy para nada una persona "de postres").

Me ha encantado la vajilla y menaje del restaurante. El servicio a la altura. Cubiertos, manteleria, todo de calidad óptima.

De beber un SanRoman 2003 (32€) correctamente servido. La carta de vinos es adecuada y a unos precios razonables, mucho más baratos que en otros restaurantes que se sitúan al nivel de éste. Se ha decantado el vino y, por si había algún problema, la sumellier lo ha probado antes. Estaba en su momento óptimo.

Con cervezas y cafés (acompañados de tres deliciosos petit fours) a 72 euros. Aconsejable de vez en cuando.

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