Tenía curiosidad por conocer las tapas del bar. Soy de los que prefieren "arriesgarse" primero en el bar, y si me gusta, probar el restaurante en otra ocasión.
A las 15:20, la barra vacía y solo una mesa de las de taburete ocupada por una persona. Empezamos mal.
El local es modernillo y tiene su gracia.
Con el local casi vacío no se puede ser tan lento, ni servir primero las tapas calientes que las frías.
Probé el cebiche, el atún "rojo", los puerros y un pinchito que no recuerdo ni lo que era. No pienso volver.
Creo que es un bar con unas pretensiones que no están acordes a lo que ofrecen.
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