Prescindible

En su tiempo marcó un hito en la restauración de la zona pero ya no es ni de lejos lo que fue. El lugar se ha quedado anquilosado, con una decoración ya no obsoleta sino más bien algo repulsiva. Con semejante color en las paredes no se puede comer a gusto.

El día que comimos estuvo bastante correcta la comida, pero solo eso. El arroz al horno de la costera que pedí era del día anterior y se notaba recalentado al microondas, así y todo estaba hasta bueno, pero pedir más de 10 euros por eso plato es sencillamente aberrante. Mi acompañante se pidió un pulpo a la plancha cuyos tentáculos eran de una dureza incomestible. El postre típico, la monxavena si estaba perfecto. En fin un sitio carísimo para una relación calidad/precio absolutamente nefasta y con una comida en absoluto excelente.

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