Todavía recuerdo un homenaje micológico y de manitas de cerdo en El Maño de Navaleno, en 1997, cuando María Luisa todavía impartía cátedra en su tierra. El restaurante de Madrid, "no impresiona" tanto ya que siendo un sitio estupendo, de calidad y excelente en el trato, no te sorprende como es encontrar en medio de la nada un santuario como aquel Maño. Hay que agradecerle a María Luisa que se haya venido ella a Madrid, donde siempre es más fácil recalar, aunque imagino que los sorianos no pensarán lo mismo.