Me pilla cerca de casa, así que voy bastante. Supongo que por eso no tengo

Me pilla cerca de casa, así que voy bastante. Supongo que por eso no tengo queja del servicio; me tratan con afabilidad, pero sin confianzas grasientas. Me gusta cenar solo mientras leo un libro-la compañía de los humanos tiene un límite- y el sitio es muy entretenido por el espectáculo de pijos estirados con sus parientas. Según baja la botella de vino uno se va dando cada vez más cuenta de que mundo absurdo de oropel y apariencias se vive en los sitios caros. Es como si la realidad no existiera y todo fuera un universo de cuento donde la comida es buena, los vinos deliciosos y la abundancia generalizada. Menos mal que hay que salir a la calle de vez en cuando.

También voy frecuentemente con la mi novia, que está mucho más buena que la mayoría de clientas, será porque solemos ser de los más jóvenes. La parroquía suele estar ya muy amojamada-aunque en el Kabi están todavía más momificados-. El mero con txapela de tomate está de coña. Lo mejor es el vino. Me saca de quicio que le metan un sobreprecio brutal-ejemplos: Horcher y El Chaflan-y en cambio el Wellintong los tiene bastante ajustados, no así el Kabi, que suben bastante más. Pero quizá el restaurante Adler, otro que me pilla cerca, sea el que tenga los vinos más ajustados para su categoría.

Esta noche voy a cenar al Wellintong. El sitio me gusta, aunque os puedo jurar que a diferencia de alguno que escribe por aquí, yo no trabajo allí.

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