Atraído por los comentarios del foro fui el otro día a mediodía. Me llevé un poco de sorpresa porque no hay carta a esa hora sino sólo menú (o quizás sólo ofrecen la carta si la pides tú); la verdad es que casi me dio lo mismo porque los platos presentes eran ya suficientemente atractivos y creo que también representativos de su cocina. Me encantó la decoración, acogedora y con muchas posibilidades, ya que no es un comedor propiamente dicho sino varios cuartos y la coqueta terraza.
Allí nos sentamos. Menaje de buena calidad, servicio muy profesional y agradable, aunque más que servicio hay que hablar de la única maitre-camarera que atendía todo el restaurante. Imagino la crisis les ha obligado a restringir personal pero a pesar de la competencia de la persona pues queda muy justo, lo que redunda en pequeños retrasos en tomar la comanda, el café, la cuenta,...ese es el único fallo que yo encontré.
Pero vayamos al grano gastronómico. De primero ensaladilla rusa con espuma de mayonesa, plato correcto.
De segundo un comensal eligió lubina al horno y los otros bacalao confitado; ambos 2 pescados perfectos en su punto, el bacalao con una estupenda muselina.
Postres sugerentes y muy estéticos: bizcocho de chocolate y una crema catalana muy original con helado de mango si no recuerdo mal.
Buen café con el detalle de si lo pides con hielo las rocas son también de café, con lo que la infusión no se aguachina.
Buen servicio del vino, no reparé mucho en la carta. Bebimos un rosado de Bárbara Forés en su punto de frío.
El pan quizás lo más flojo.
Me invitaron pero menú con vino, agua y cafés no llega a 20€, la RCP me pareció magnífica.
En fin, deseando volver para probar la carta.
Como anécdota comentar que la bañera antaño llena de corchos de vino ahora se encuentra repleta de trozos de vajilla. Cosas del diseño y arte moderno...