Buenos vinos y compañía

Local situado en una de las calles peatonales que van desde la calle principal hacia el Ayuntamiento y la Iglesia. Ambiente fresco y agradable. Es pequeño y consta de dos plantas.

La cita era con David de Adictos a la Lujuria, Santiago y Marta de Mas d'en Gil. Los dos primeros habían hecho una visita a la bodega y yo acudía a ver a David para recoger un obsequio para un sorteo que voy a realizar la noche del 11 de junio.

Escogimos un menú degustación con tres platos y un postre, incluye una copa de vino, pero Marta ha traído dos botellas de la bodega. Una es una reliquia de 1991, Priorato, Masia Barril, un vino con mucha historia y solera que a pesar de los 19 años de este jovencito, está muy vivo y resulta todo un festival sobre todo de sabores y aromas; y una botella de Coma Alta 2008 blanco, un vino interesante con Garnacha blanca (a mi la garnacha me gusta mucho).

Primer plato: Ensalada de langostinos y carpaccio de pomelo con una reducción de vinagre y salsa rosa (con un aroma suave a ajo). A pesar de que no me gusta el pomelo, lo pruebo apenas y para mi sorpresa, exalta el aroma del vino blanco, así que aunque no me lo como en su totalidad, algo más me animo. Los langostinos son grandes, sabrosos y crujientes como a mi me gustan, la ensalada es Mezclum.

Segundo plato: Coca de verduras y queso gratinado. Lo cierto es que me encantó, con una base de pasta brise y una salsa de pimientos, finas lonchas de cebolla, calabacín y queso gratinado por encima. Me pareció sencilla pero nutritiva y muy muy buena. Es el plato que más me encandiló, y nos comentó Esther (la dueña del local) que es uno de los estrella del local desde hace 20 años.

Tercer plato: Muslo de pularda con puré de pera y un toque de mermelada de moras. La pularda no es que me guste mucho pero estaba bien, el puré de pera estaba impresionante, suave, con un ligero toque a vainilla, era más bien como una crema fina, estaba delicioso y la mermelada de moras mezclado con todo lo anterior, en boca estaba muy rico.

Postre: Suflé de chocolate con Baileys. No era un suflé sino más bien tipo madalena de un par de días con un relleno de este licor que no me gusta, pero bueno, no me lo llegué a acabar.

La compañía muy agradable y la conversación a cerca de la primera familia que pasó por la bodega y los vinos de antaño y los vinos actuales estupenda. Creo que este tipo de comidas con bodegueros son con las que más aprendo. Habrá que repetir con la compañía y en este precioso local que conocía a través de internet.

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