Parece que algo se mueve por aquí...

Hacía mucho mucho tiempo que no visitaba La Ferradura. Anteriores experiencias no me habían dejado buen sabor de boca. No es comiera mal, pero no comía mejor que en otros chiringuitos playeros por un tercio de lo que costaba aquí.

El caso es que cuando me invitaron a una comunión en este restaurante, respiré hondo y me dejé llevar... Y, o este método de autocontrol es más bueno de lo que creía, o algo ha cambiado en este restaurante.

Para empezar, decir que las vistas desde la planta alta con espectaculares: mar, aficionados a la vela, algún catamarán y el horizonte curvándose mientras comes, así que poco más se puede pedir.

El servicio es algo rudo, dejan caer los platos en la mesa buscando el umbral de fractura de la loza, pero lo cierto es que, por contra, están siempre pendientes de ti. Aun no has buscado un camarero ya lo tienes dispuesto a servir vino, a traer pan... a ayudarte en todo lo que lo necesites. En este aspecto, notable mejor, aunque se podría mejorar algunas formas que recuerdan a la hostelería de batalla.

Empezamos con unos ibéricos, correctos sin más, pero bien presentados, atemperados (que parece una tontería, pero cada vez encuentro más sitios donde te sacan los embutidos y el queso a temperatura de nevera). Calamares a la romana muy buenos, rebozado casero sin excesos, nada de balsas de aceites en los platos... Vamos, que me comí esos calamares la mar de a gusto. El resto de entrantes correctos, pero bastante ricos. El plato principal era una paella típica de pollo y conejo que descubrí, para mi sorpresa, muy muy buena. Buen sabor, arroz en su punto.

El servicio del vino es rápido, pero poco profesional, aunque en un banquete de estas características, también es normal que se preste poca a atención al mismo.

Que conste que es la primera que escribo sobre una celebración, pues entiendo que no suele ser el mismo servicio, la misma atención o la calidad de las preparaciones que si se va a comer en grupo reducido, pero la sorpresa fue tan grande, que creo que es justo decir que el otro día, comí muy bien en La Ferradura.

Espero que no sea el azar de un buen día y que algo esté cambiando, para bien, en este restaurante.

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