Restaurante agradable y familiar

Para nuestra primera calçotada nos dejamos asesorar por los gurus de verema, tras crear un hilo que todavía está activo (gracias a todos los participantes, en especial a francescf).Nos desplazamos desde Valencia. Queriamos huir de uno de esos restaurantes masificados que sirven calçots en turnos y el objetivo se cumplió plenamente. Para ello tuvimos que desviarnos unos cuantos kilometros de Valls, a un minúsculo pueblecito, La Masó. Dos adultos con dos niños. El restaurante es pequeño, bien decorado con correcta separación de las mesas y a pesar de estar bastante concurrido se estaba tranquilo. Tras consultar con los dueños sobre la conveniencia de que los niños tomasen el menú de calçotada nos sirven dos menús y nos dejan la posibilidad de elegir algún plato adicional para ellos. Nos parece una opción muy conveniente. Nos comentan que es el inicio de la temporada de calçots, el mejor momento es Febrero. Al no ser experto en el tema, solo diré que he disfrutado como un niño, la salsa romescu estaba muy sabrosa y los calçots tiernos, de distintos tamaños, algunos gruesos y otros más finos. Cuando nos terminamos la primera teja, donde son servidos, nos sacaron unos cuantos más, recién hechos.
Tras limpiar la mesa y lavarnos las manos, nos sacaron el plato con butifarra, longaniza, chuletitas, patatas, alcachofas y judias. Los niños tomaron las chuletas, no puedo opinar. El embutido estaba bueno, las longanizas especiadas y las judias blandas, se deshacian. De postre naranja preparada y para terminar crema catalana, pedimos una para cada comensal pues estaba muy buena. Con el menu había copa de cava que declinamos pues debíamos conducir de vuelta y café (muy bueno). Tomamos el vino del menú, en porrón, suficiente para no desentonar con la comida. No pudimos ver la carta de vinos, por lo tanto no califico el servicio del vino.
En resumen, opción recomendable. Curioso restaurante en un pequeño pueblo. Servicio atento y familiar. El precio de 34 € es el del Menú de calçotada.