Buen nivel de estrella

Local ubicado en el entresuelo del Hotel Ohla de Barcelona, con Romain Fornell al frente y con 1 estrella Michelín y tras reserva previa que luego no apareció (quizás fuera culpa de la tarjeta de crédito que caducaba en el momento de la visita aunque no de la reserva), pero tuvimos suerte y cogimos mesa para tres. aunque nos quedamos ubicados cerca de la puerta de una sala bastante irregular por las columnas, con la música ambiente algo elevada en nuestra zona y más siendo una sala con mucho cristal (vistas a la calle) y poca madera (solo en suelo) que hace que la sonoridad rebote y se retroalimente (sin llegar a ser exagerado).

Mucha elegancia en las mesas, muy buenas copas, vajilla y cubiertos. Mucho personal trabajando en la sala y siempre atentos. Ritmo de servicio muy correcto, con buena explicación de platos aunque algunas veces con problemas de idioma para hablar español, si bien es cierto que mayoritariamente los comensales eran extranjeros lo que obliga a que en la sala haya mucho servicio que necesite hablar varios idiomas. Buena iluminación y mesas amplias con buena separación y sillones cómodos.

La carta de vinos es amplia, variada, con buenas representaciones de todo tipo de vinos y regiones, pero ... muy cara (x 3). Tomamos un rosado por buscra una compañía para un largo menú, y elegimos Rosa d´Abril (30€, cuando de costo está por menos de 9€) siendo un rosado interesante y más para su precio real. El "servicio" de agua, ya que el agua es de elaboración propia, sube 3€ pp.

La carta de comidas en la noche, dispone de dos menús: el Celebration (largo) y el Tierra y Mar (corto) pero que no tienen nada que ver en los 8 y 5 principales de uno y otro;  los aperitivos sí son comunes, y en los postres (4 y 3) sí que los dos primeros son iguales. Los precios de 92€ y 135€ con la opción en ambos de maridaje por 45 y 60€. Optamos por el corto y se componía de:

. amuse-bouches: dos minibocaditos para no pasar hambre mientras eliges menú y vino.

. aperitivos: aceituna verde con anchoa (para comer de una "bocada", feminización de bocado) de intenso sabor, tartaleta de yema curada y caviar, pan soufflé con tartar de calamar y miso (muy crujiente y bueno de sabor), pan con  tomate y sardinas, gofre de patata ligera y ventresca de atún, gnocchi de calabaza y violín con hielo de trufa en maceración carbónica, pan artesanal y juego de mantequillas. Estas últimas eran mantequillas de tres colores (aceituna negra, tomate y albahaca) que se repusieron, como el pan (brioche, pan blanco y de romero), todas las veces que hiciera falta y hasta decir basta.

. ostra de Jóel Dupuch y foie gras de pato en escabeche: bien de sabor con una mezcla complicada con muchos elementos en el plato de diferentes texturas y sabores, pero que gusta como conjunto.

. espárrago de Navarra en dos servicios con colmenillas, sabayón cítrico y foie gras: muy presente la lima en la salsa cítrica en la salsa que cubrió el plato: se acompañó de huevo de codorniz a baja temperatura.

. tartar de buey al cuchillo y perlas heladas de mostaza: muy bien logradas las perlas preparadas sobre la mesa con nitrógeno líquido  (para luego derramarlo sobre la mesa y jugar a hacer una pequeña ola de su evaporación); el contraste de temperatura mejora el plato; perfecto el tartar; se acompañó de crujiente de patata y alcaparras fritas.

. salmonete de roca con "rouillé" al azafrán y pesto de cilantro: un buen lomo cortadito y perfecto de elaboración, con mucha decoración de salsas acompañantes en pequeñas porciones.

. pichón de Araiz como un civet: la carne muy cruda, solo apta para carnívoros; por eso mismo, muy sabrosa y tierna; se acompaña de una salsa de la propia carne.

. quesos afinados catalanes: solo opción de probar dos y nos fuimos a los más intensos: Golany y un azúl que no recuerdo, servidos en muy mini ración con media nuez y pequeña loncha de pan tostado.

. sorbete de célery: muy simple aunque con sabor logrado.

. limón cristal: espectacular presentación de caramelo de limón soplado a mano (como se hace el cristal soplado) para romper con cuchara y encontrar dentro otros ingredientes; junto a ello un buen sorbete de albahaca ...

A pesar de que no tomamos cafés, sirvieron petits fours, tres diferentes, perdiendo en la comparativa el cacahuete.

Un local académicamente perfecto con una correcta cocina creativa en un espacio fisico complicado por su arquitectura interior.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    Joan Thomas

    Hay algo que me extraña en tu comentario y es la dirección del restaurante (lo de Madrid imagino que es un error de inatención) porque el Caelis (1 estrella michelin ) hace ya algún tiempo, en el 2017, que se marchó del Hotel Palace de Barcelona, y desde entonces se encuentra ubicado en el Hotel Ohla en Via Laietana 49. Por lo que cuentas es sin ninguna duda El Caelis, del Chef francés Romain Fornell, y por lo que explicas veo que se come muy bien. Enhorabuena por la experiencia. Lo anoto en mi larguísima agenda de visitas pendientes.
    Saludos

  2. #2

    Abreunvinito

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Pues no habia leido la dirección y efectivamente es tal y como lo describes.
    Voy a ver si puede modificarlo y actualizarlo.
    Gracias.
    Saludos

  3. #3

    Abreunvinito

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Corregidos los datos.
    Gracias
    Saludos

  4. #4

    Joan Thomas

    en respuesta a Abreunvinito
    Ver mensaje de Abreunvinito

    Perfecto.
    Saludos

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