Un clasico en Peñafiel, su lechazo es muy famoso y el molino del siglo XVI

Un clasico en Peñafiel, su lechazo es muy famoso y el molino del siglo XVI es precioso con un horno en el centro, y cristales que permiten ver el río como el antiguo sistema de rodamientos.
La comida muy buena, materia prima excelente, pedimos una ensalada especial (lechuga, jamon de pato, paté de pato, sandia), una croquetas con huevo y jamon verdaderamente caseras y bien elaboradas, y un plato de setas con pasas que nos convencio menos, porque había mas champiñones que setas.
Luego el famoso lechazo hizo su llegada en la mesa, esta perfectamente cocido, sabroso y tierno. No hemos pedido vino porque salíamos de una cata y teníamos el paladar un poco cansado. Pero la carta de vino es sencilla. En conclusión este restaurante es precioso y bueno, el precio para 2 es mas o menos de 60 euros. La unica pega que hemos notado y no es de las menores, porque no sabemos si volveremos, es que el servicio es muy malo, las camareras muy agresivas, 3 veces tuvimos que decir que no estabamos en apuro y que queríamos acabar los platos tranquilamente, porque retiraban los platos sin pedir permiso y con comida dentro.
Ademas la disponibilidad y flexibilidad del servicio es casi nula. Una pena!

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