Buena comida y ambiente muy agradable

El comedor, con la cocina al fondo, es tan acogedor que ya al entrar te sientes, si no en tu casa, en la de un amigo que te invita a comer. La atención constante de Enrique ayuda a crear esa sensación; él recibe, acomoda, toma nota, controla la cocina y sirve y comenta cada plato. La iluminación es tenue y cálida. Tras nuestra mesa hay una pequeña estantería con vinos, una selección pequeña pero bastante buena. Pedimos un Louro do Bolo que resultó estar agotado y muy amablemente nos ofreció el As Sortes 2007 al mismo precio. Cocina de mercado, muy buen producto y bien elaborado. Timbal de carne de bogavante, filloa rellena, fideua al horno, y la carrillera de ibérico "guisada muy melosa como le gusta al cura de Rois". Terminamos con un cremoso de chocolate con helado de mandarina y unas fresas y frambuesas con cremoso de vainilla. Un sitio tranquilo en el que todo funciona al ritmo adecuado.

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