Que sorpresa mas agradable es visitar esta casa. Por el gusto de su

Que sorpresa mas agradable es visitar esta casa. Por el gusto de su decoración, tan raro por esa zona, el cariño por el vino, el amor por los productos que entran en su cocina y el trato detallista a los clientes. Y la rareza de encontrarse a un catalán ( y del Madrid!) como capitán de tan entrañable restaurante. Quien quiera saber como son los auténticos pimientos de la zona que no dude de probarlos aquí, son de su propia huerta. Los entrantes, bien presentados y nada escasos, que degustamos fueron las sardinas de Rianxo abiertas a la plancha en aceite de perejil y con unas escamas de sal Maldon y un mil hojas de centolla salmón ahumado y colas de gambones. A continuación un pescado que nos recomendó Enrique, un San Martiño con verduritas salteadas al wok y un arroz negro con rape y chopitos, arroz que puede pedirse en ración individual. No nos tomamos postre y sí un magnifico risttreto, acabando tan memorable comida con un gin tonic de Hendricks con tónica natural y su lima correspondiente. De su corta pero cuidada bodega nos decantamos por un Shiraz de Viñas del Vero 2004. La cuenta por dos personas fue de 72 Euros. Excelente relación calidad- precio. Dura empresa llevar esta concepción de restauración a una zona donde gusta comer cantidades voluminosas a precios tirados ( de ahí que haya tantos churrascos por Galicia), pero no hay duda que para las personas que aman y disfrutan de la gastronomía no solo es un sitio para volver sino también para recomendar.

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