Ya se dónde no volveré nunca mas a cenar, a su precioso restaurante.

Ya se dónde no volveré nunca mas a cenar, a su precioso restaurante.

La primera sorpresa desagradable fue nada mas entrar, mala señal que un restaurante, que recomienda reservar con antelación, esté absolutamente vacío la noche del sábado con los camareros y el cocinero viendo en partido de fútbol en la televisión, sentados cómodamente en las mesas de la entrada.

La segunda sorpresa desagradable fue que al presentarnos una carta muy vistosa y atractiva, se nos advierte que más de la mitad de los platos no están disponibles. De las cuatro especialidades del local solo había una.
Ante tal desolación nos decidimos por la parrillada de verduras con queso san simón (única especialidad que tenían), el magret de pato y el entrecot de buey. Todo correcto, con la desagradable noticia que en vez del entrecot nos trajeron solomillo, aún así no le comentamos el error, educadamente, hasta el final. La respuesta no fue ninguna, ni una simple disculpa.

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