En este restaurante se funden a la perfección el interés por el vino y la cocina. Un buen sumiller y una buena cocinera pueden convertir a La Lobita en un gran restaurante. En un local discreto y algo frío de noche por su iluminación( se echa de menos algo de calidez) pudimos disfrutar de un menú autenticamente micológico, dónde la estrella es la seta y ésta, se deja conocer y degustar enriqueciendo cada palto sin perder su identidad. Es una cocina sutil, delicada, con platos excelentes como la careta con aminitas, un plato maravilloso, meloso, rico sin excesos especiados y culminado con unas láminas de cesárea que transportan su degustación a los límites de la perfección. Atún rojo, pulpo al vacio con angula de monte, combinaciones curiosas que se respetan entre sí y con unas presentaciones sugerentes y divertidas. Echamos de menos algo de fuerza en el menu como la caza o alguna carne, pero pudimos comprobar que en la carta de diario existen estas opciones y parece ser, que se preparan desde hace tiempo en esta casa, es decir, que hay tradición familiar. La carta de vinos es excelente y la atención al mismo también. Dispone de muchas opciones de vinos nacionales y Champagnes.El sumiller se adapta a cada cliente con astucia y profesionalidad y fomenta el disfrute
. En definitiva un buen restaurante con un gran potencial que podría entrar en breve en la gloria de la élite
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