Hace un tiempo fuí y, la verdad, no quedé muy satisfecho. Animado por diversos restauradores he vuelto a ir. La verdad es que me he alegrado de volver. Marco muy bonito, con separacion real de fumadores y no fumadores. Muy buena disposicion de mesas, con separacion entre ellas y muy buenas mantelerias, cuberteria, vajilla y cristaleria.
Tomamos un menu degustacion diferente (algo mas amplio que el ofrecido en carta) y maridamos siguiendo los consejos de Alberto el somelier.
El resultado fue optimo. Resaltar los entrantes (bocadillo de aladroch, botifarra de calamar, ostra marinada y yema con anchoa). Todos originales , muy bien presentados y con un denominador comun : Cocina de sabor. La materia prima es excelente y el trato de la misma , tan bueno, que no pierde un apice de sabor. Hay algunos toques de innovacion en la conjuncion de los alimentos
De segundos , mero con algas marinas y presa iberica. Estos son platos mas clasicos, pero de nuevo vuelve a primar la potencia de los alimentos. El mero era agua de mar y la presa con un toque de ceniza de cebolla era contundente y muy tierna.
Excelentes postres con un granizado de limon con crema de helado de moscovado y despues barrita helada de chocolate.
Muy buen servicio de sala, amable, profesional y rapido.
El servicio del vino merece capitulo aparte. Muy buena carta de vinos con refrencias de muchos paises y con representacion de practicamente todas ls DO. Hay culto al vino y hay mucha sabiduria del vino. El maridaje que se nos planteo fue simplemente perfecto. En todos y cada uno de los platos el vino se conjugaba con los sabores y los arrastraba, llenando de sensaciones. Concretamente , con la presa tomamos una botella de Les Grandes Places 2001 de Guerin que consiguió una de las cosas mas dificiles, que a mi entender pueden suceder. Los saboeres de la carne y el vino eran paralelos, se diferenciaban perfectamente en boca y , al final, se unian provocando una explosion de sabor.
El precio se marca sin vinos