Agradable y acogedor restaurante, decorado fusionando tradición valenciana

Agradable y acogedor restaurante, decorado fusionando tradición valenciana -con su mosaico original, sus vigas de madera, sus paredes rasas- con algún golpe moderno, como el color.
Y lo mismo podríamos decir de la cocina, combinando materias y platos racialmente meditarráneos con expresiones imaginativas y vanguardistas.
Las bravas "introspectivas" excelentes, las calamares con romesco (¡que romesco!), los pescados de temporada tratados muy correctamente y los arroces variados, originales y conseguidos. La fideguá extraordinaria, con un toque fumet.
Carta de vinos no muy extensa pero con las referencias muy bien seleccionadas. Puedes encontrar caldos valencianos, aragoneses, baleares, catalanes, manchegos y todos ellos dicen algo.
Quique y Zunzunegui prestan un servicio cálido y profesional, haciendote sentir en tu casa.
Lo mejor de todo la RCP. Quedan pocos así.
P.D.: Cuando el tiempo lo permite (ni mucho calor ni mucho frío) puedes cenar en el patio valenciano maravillosamente.

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