Pues creo que no eran la fechas ni el momento para visitar este bar. En plena Semana Santa, con un frío poco acogedor en la terraza y con el minúsculo interior a reventar (calor humano y algo de humo de cigarro... se me iba el alma al suelo cuando veía los vinazos que tienen allí expuestos a semejantes condiciones de temperatura). Lo visitamos un par de veces, y siempre con la misma suerte. En temporada de buen clima y con la plaza más tranquila, probablemente sea un oasis para disfrutar del vino... pero no así en esta ocasión. Los precios, algo elevados, y lo ya dicho de las copas catavinos, que tampoco son lo mejor para disfrutar. Los quesos que pedimos, bien escogidos. En contexto, no puedo aprobar la comodidad del lugar.
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