Hace tiempo fuimos y a pesar de que nos relegaron a una mesa en pleno

Hace tiempo fuimos y a pesar de que nos relegaron a una mesa en pleno pasillo a la vista de todos los transeúntes, comimos muy bien. Animados por esta experiencia decidimos volver a visitarlos.
El local prácticamente vacío, dos mesas una lástima. La decoración minimalista y algo fría para mi gusto, pero no desagradable en conjunto. Yo añadiría algún toque cálido.
Nos montamos nuestro menú degustación: Un tartar de atún algo soso, un sexteto de alcachofas (alcachofas preparadas de diversas manearas) con alcachofas de pote (buenas pero de pote) y a que no es temporada, la butifarra con manzana buena, huevos estrellados (hervidos!!) y una botella de Abadía Retuerta Rivola.
Me dio la sensación de que acompañaban casi todos los platos con una samfaina algo sosaina que parecía hervida. Que diferencia con la de mi santa abuela!
En conjunto flojo. El precio € 78 sin postres para dos personas.
Servicio correcto y amable. Cocina a la vista.
Las copas de vino y agua correctas sin mas y la carta de vino algo inflada.
O yo me he vuelto finolis o este sitio no es lo que era.

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