Reservamos al mediodía para ir a cenar esa misma noche e hicimos bien ya que el restaurante se llenó prácticamente. El sitio es muy bonito ya que el pueblo de Anciles es muy acogedor todo en piedra con casonas con blasones muy bien conservadas. El restaurante se encuentra en la parte alta de una de estas casas y el salón es muy agradable y bien decorado con una música clásica de fondo muy agradable pero que solo disfrutamos pocos minutos.. Nos acomodaron en una mesa del fondo y cuando nosotros llegamos solo había una mesa de cuatro y otra mesa con una pareja con bebe incluido que nos estuvo amenizando la velada hasta que al cabo de media hora la madre tuvo la deferencia de sacar fuera el restaurante a la criatura. Si bien el restaurante se fue llenando y al lado nuestro acomodaron a otra pareja con niño de unos 2 -3 años que también amenizó el resto de la velada. En fin, que el agradable ambiente no resultó tal. No entiendo como acuden a ciertos restaurantes con niños que no saben comportarse ( y los padres tampoco..) .
Salvando este aspecto y una vez vista la carta de comida y vinos ( bastante completa esta última) pedimos la comanda y el vino (Nunc) y cuál es mi sorpresa cuando aparece el sumiller son la botella de vino abierta y me sirve para probar. Muy mal hecho por su parte pero también por la mía ya que no le dije nada. Ese feo detalle mas las armonías infantiles dieron al traste con la velada. Quizá por ello no voy a ser todo lo objetiva que quisiera pero transmitiré de la forma mas transparente lo que me pareció la comida.
Compartimos unos trigueros con jamón de pato. Anodinos ya que esperaba alguna elaboración y resultaron ser unos 6 espárragos a la plancha con unas lonchitas de jamón de pato al lado.
De segundos preferimos carne a la plancha y pedimos chuleta y entrecot. Carne buena pero nada que no se pueda encontrar en otros muchos sitios. El triste acompañamiento de la carne era media patata sin pelar hecha a la brasa (quizá cocida previamente). El tamaño de las carnes era simplemente normal y dado que no quisimos tomar mas entrantes “para reservarnos” , resulto que terminamos la cena con hambre.
Podíamos haber pedido postre pero la criatura de la mesa de al lado ya había perdido los modales por completo y las voces de madre e hijo ya era la única sintonía del local.
El lugar no deja de ser un local agradable ( si no hay lloros y gritos) con una comida normal. Pero el servicio del vino no tiene perdón y por cierto que me fije en las demás mesas y se repetia la operación en todas ellas.
He puntuado como "bueno" el entorno porque no tiene que penalizar al local el publico asistente..
En servicio del vino voy a subir la puntuacion de "malo" a "flojo" ya que la carta de vinos es correcta y necesitan mejorar el servicio del mismo