Relación calidad-precio mala

Restaurante situado en el barrio viejo de Girona. Local muy pequeño también destinado a sala de exposiciones. La distancia entre mesas resulta insuficiente, la climatización está basada en una estufa de butano en la entrada (pese a eso, la temperatura era incluso excesiva).

El servicio consta de dos chicas orientales con un nivel de nuestra lengua ínfimo, intenté pedirle que me cambiara las copas, tuve que desistir y quedarme con las que tenía.

La carta de vinos es correcta, dándole un mayor peso a las referencias catalanas. Las copas eran del todo inadecuadas.

De aperitivo nos sirvieron una muy buena crema de boniato; de primero, unos canelones de carne con trufa y setas, donde la trufa brillaba por su ausencia, unos canelones sin chispa ni gracia. De segundo una brocheta de solomillo de ternera con butifarra, es decir, tres trocitos de solomillo y tres más de butifarra por 12€, donde el acompañamiento no era más que unas patatas chips caseras.
Para finalizar pedí un café que me sirvieron con una cucharilla de hojalata, al introducirla en el café se dobló! Cómo es posible que un restaurante con la mayoría de segundos platos por encima de los 16€ pueda tener este tipo de cubertería de juguete.

Sin postre y con una botella de Luis Cañas de 50cc mi pareja y yo comimos por 65€.
Precio excesivo para el servicio y calidad ofertada.
No volveremos.

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