No puedo más que sumarme a la línea de los anteriores comentarios: ¡EXCELENTE RESTAURANTE! Para empezar, decir que la atención y servicio por parte de Cristina (jefa de sala) fue simplemente INMEJORABLE, con un derroche de amabilidad y simpatía sin perder en ningún momento la profesionalidad y teniendo en consideración cada detalle. ¡Qué importante encontrar un servicio así para disfrutar de verdad de la comida!
Discrepo de algún comentario respecto a que el local no está a la altura. Creo, por contra, que es muy confortable, con buena distribución de los comedores y estupendo servicio de mesa. Bien montado y bonito, aunque no tenga apenas luz natural. Para mí, local a la altura de la gran experiencia gastronómica que en él tiene lugar.
La carta está más dirigida al menú degustación que a pedir por platos. Menú muy completo y original, que si no recuerdo mal se componía de unas tapitas sorpresa, seguidas de 3-4 entrantes, un pescado, una carne y 2 postres. Tomamos después café, que acompañaron de petit fours (con atención especial a los kikos cubiertos de chocolate y cacao, ojito qué vicio tienen!!). Gran esfuerzo de elaboración y presentación en todos los platos. Y ninguno tenía desperdicio!
Se acompañaban de 3 tipos de pan artesanal (a destacar el de mantequilla).
Carta de vinos con buena representación de vinos nacionales e internacionales. Trato al vino muy adecuado, con buenas copas, servidas siempre en el momento preciso. Íbamos con la idea de probar vinos de la zona de Almansa, quizás Adaras; Cristina nos sugirió Tierras del Mediodía. Y hablando de las características de uno y otro, dudamos cuál elegir. Pues atención al detallazo, que hay que resaltar: abrió las dos botellas y sirvió y cobró la mitad de cada una. Dos vinos muy diferentes que acompañaron estupendamente la comida.
En definitiva, quedamos muy complacidos a un precio más que razonable. Es de esos restaurante con magia, de los que conforme te vas ya tienes ganas de volver. Muy pero que muy recomendable.