Casa de pueblo antigua, decorada con fotografías familiares de época distribuida en varios comedores.
La carta no existe (o al menos no la enseñan), es cantada por, el Maitre y propietario Paco (con su voz melodiosa, embelesadora, casi radiofónica) basada en la cocina de mercado o de temporada con un recetario que podríamos clasificarlo de “clásico de la zona” y que se sustenta sobre todo en la calidad del producto. Las raciones son abundantes y de buena presentación: diversos entrantes, elaboraciones de carne, de pescado y el apartado de postres es variado y casero. Vajilla y cubertería suficiente (aunque no a la altura del nivel económico final). El servicio es atento y dispuesto.
Tampoco existe carta de vinos, pero las referencias que te aconseja son interesantes y demuestra un interés y conocimiento por este mundo. La cristalería es adecuada (Rona), aunque no al nivel de precios del local. Precios de tienda x 1.50. El servicio es dispuesto y atiende a solicitudes de decantación, enfriadores, cubitera, etc., pero sin excesivos formalismos.
Precio medio por comensal: 65 euros, incluido vino e impuestos, me parece algo caro, aunque tal vez las cigalas y gambas rojas a la plancha encareciesen un tanto la cuenta.
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