Muy acertada la valoración. Un solo matiz: a ser posible, comer SIEMPRE en la barra. El servicio es muchísimo mas rápido, y el producto llega en mejores condiciones.
Si de calidad se habla.
Pequeña tasca en pleno ensanche de barcelona que recupera quizá lo mejor de su restaurante matriz (Comerç 24): la calidad. La decoración no es de destacar; la iluminación sí (un bajo obliga). El concepto es una tasca con la cocina visible al cliente. La elaboración de las tapas se realiza in situ y al tiempo que el cliente pide. No hay preparados nada más que los platos (que vienen de los buenos fogones del restaurante del Borne), el resto todo sale de lo que el cliente ve. Buenas las tapas tradicionales: huevos estrellados, alcachofas, papas... Y aunque no probé sus afamados bikinis, sí que me deslicé en su acotado mundo de postres; a destacar el helado de chocolate en aceite y sal.
La tasca tiene un maître que destaca por su "savoir faire" y un servicio eficaz.
Para aquellos que gusten de mezclarse con turistas "atrevidos" y lugareños "sin destino".