Para un "Dulce"....más dulce...

El éxtasis ante las prometidas vacaciones. Paseo por Barcelona y lo encontramos: Espai Sucre, comer a base de postres, primero me asusté, pero estaba en buenas manos y acepté gustosa la invitación.

Menú degustación: ¡Dejemos que la casa se luzca!

Empezamos con tosta de maíz dulce y parmesano, muy agradable. Sencilla sin más pretensiones.

Pasamos a una crema de calabaza con sus pipas tostadas, francamente buena.

Plato que gustó mucho: Huevo de pato a baja temperatura bañado sutilmente con un fondo claro, muy original en texturas y contrastes.

Magret de pato, poquísimo hecho - como mandan los estamentos - a modo de base llevaba una especie de crêppe finísimo de cacao, ligeramente dulce pero sobre todo amargo. La reducción que acompañaba tímidamente la carne era de frutos rojos. Un combinación rica, algo pesado más valía la pena por la originalidad. Estando donde estábamos, debíamos probarlo todo.

Otra de las protagonistas en la mesa. Sopa fría de María Luisa con manzana verde y piña, deja a su paso una sensación tan ligera y refrescante, que limpia la boca para pasar, ahora si, a los postres.

Pastel de cerezas con Idiazábal, espectacular. Cremosidad, untuosidad y potencia del queso presentado una textura muy agradable, las cerezas aportaban algo de acidez que hacían ligero el queso.

Al otro lado, pero dentro del mismo plato: Helado de remolacha con espuma de cerveza negra y migas de chocolate. Otra sucesión de explosiones en las papilas; los torrefactos de la cerveza con el chocolate de las migas formaban un conjunto que por un lado armonizaba en sabores y por el otro contrastaba en texturas, la remolacha daba fragancia y aligeraba. Insisto aunque es presentado como UN solo postre considero deberían de ser DOS.

Los petit fours, lamentablemente casi no pude probarlos - el menú es contundente - llega a la mesa una estructura de metal con tres pisos en los que habían gominolas de frutas exóticas, galletas de sésamo , bombones de especias, cupa chups de laurel. Un verdadero kiosko para el deleite de ese niño que todos llevamos dentro.

El único “pero” que me defraudó bastante fueron los “maridajes”, los vinos bastante flojos, me pusieron 3 vinos blancos distintos, los tres de moscatel. Algún tinto y algo de cava. Las copas no hacían justicia a los vinos y éstos menos aún a los platos. El servicio del vino… inexistente y el tema de los maridajes francamente decepcionante.

Aspecto moderno, techos altos fachada acristalada, mesas sencillas, sin mas florituras, correcto. Servicio en sala muy amable y gentil, siempre sonriente, se despiden estrechando la mano, costumbre en desuso que da sensación de calidez.

Muy recomendable por la originalidad de la cocina, donde efectivamente se come a base de postres…

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