Este restaurante tiene mucho ganado para convertirse en uno de los grandes de la provincia. Le falta pulir un poco su carta que, en mi opinión, tiene platos que deben mejorar o, si no, eliminar. El local es de líneas modernas, con iluminación muy estudiada, el servicio de mesa es más que correcto, las mesas están bien vestidas y la vajilla es de calidad. A destacar también los precios, bastante ajustados, y las raciones, que son generosas. Elegimos el denominado menú de temporada (40€), que, al parecer, cambian cada poco tiempo.
- Terrina de gelatina de foie: el foie estaba tan rebajado que apenas tenía sabor.
- Ensalada de frutos del bosque con virutas de foie y trufa: lo más positivo del plato es su bella factura, pero al paladar no le aporta mucho.
- Colas de cigala sobre migas y yema de huevo: excelente. Lo mejor de la cena.
- Lomo de bacalao sobre torta del Casar: el pescado no estaba bien confitado y, en mi opinión, no maridaba demasiado bien con el queso.
- Lechona ¿asada? con puré de aceituna negra: me dejó indiferente.
- Copa de helado de queso con coulis de frutos del bosque: muy rico, aunque montaje del plato muy simplón.
El apartado del vino está resuelto a buen nivel. Tomamos un excelente Pegaso Laderas de Pizarra 2002, un vino de garnacha de la zona de Cebreros, que ha sido uno de los mejores vinos que he tomado últimamente. Acabamos la cena con un par de cafés espresos, que estaban realmente bien elaborados. Volveremos a darle otra oportunidad.