Para el foráneo, llegar... ya es un éxito. Y es que está un poco

Para el foráneo, llegar... ya es un éxito. Y es que está un poco enrevesado el acceso. Imprescindible en estas fechas comer en la terraza por lo bonito y lo agradable del sitio. Pero muy conveniente reservar porque se pone de bote en bote. Pedir junto a la pared o en la zona de los ventiladores si es a mediodía, y junto a la barandilla si es por la noche.
De entrante, una manzanilla pasada acompañada de unos calamares rebozados y un “pa amb tomàquet” (éste, perfectamente mejorable), nos apaciguaron los acalorados ánimos. Después, una paella de pato, alcachofas y ajetes… para hacerle la ola a Salvador. No más de dos granos de espesor le calculamos a ojo al arroz de la gigantesca paellera… para dos personas. ¡Qué rica!
Carta de vinos enorme, muy legible, entendible y organizada. Sólo pudimos dar cuenta de media botella de Laus “Flor de Merlot” 2004 rosado (16€), porque había que conducir, pero nos trajimos a casa lo que no nos bebimos (¿Es correcto esto? Lo he visto hacer varias veces y no me parece nada mal)
Copas de chiringuito para el vino y el agua (vi, tarde, que sacaron unas “buenas” para un tinto. Lástima no haberlo visto antes), y hubo que pedirle al camarero que nos rellenase la cubitera porque sólo se enfriaba el culo de la botella.
De todos modos, y salvando algunos pequeños detalles es un lugar perfectísimamente recomendable.

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