Sí que se detuvo el tiempo...

... pero su horno moruno sigue funcionando y haciendo las delicias de los que van allí.

No describiré el local, ya que con el detalle de las dos puertas por las que salen los camareros, ya está bien descrito el comedor!!!! Ahí vas a comer, a degustar su lechazo y, cómo no, su tostón, que está tremendo.

Llegamos con carro y con el peque y nos comentan que si preferimos dejar el carro en la entrada para estar más cómodos (ya para tener má sespacio, que el comedor es reducido). Nos ofrecen tronas para el nene o un par de cojines para elevarlo y nos decantamos por los cojines (sabia decisión, porque en la trona la habríamos tenido xD). Muy muy atentos con el nene. Buena climatización y estuvimos cómodos y bien en nuetra mesa.

El servicio es impecable y atento, pero serio como comentan, aunque con el nene alguna sonrisita sacaron. Carta típica castellana y vinos muy aprteados de marge a partir de los 20-25€, porque te encuentras por ejemplo un Cuatro Rayas por 12€ y un Resalso por 14€ si no recuerdo mal. Nos decantamos por un Pago de Capellanes Crianza de 2014 (25€) servido a una temperatura perfecta (un punto debajo de la normal de servicio, pero necesaria para que no se calentara) y agua. Servicio de copas correcto.

A la hora de elegir, lo teníamos claro: lechazo y tostón (previamente encargado en la reserva, ya que te informan que para tenerlo asegurado, mejor reservarlo, que cuesta cocerlo). Para acompañar una ensalada "pequeña" que viene de guarnición y un revuelto de morcilla. Para el nene una sopa castellana.

El revuelto tremendo, con una morcilla de piñones sabrosa, cargada de sabor y de una textura deliciosa. Muy muy recomendable. La sopa castellana fue para el nene, pero casi comióm más morcilla que sopa. Muy buena, potente, tanto que pensábamos que a nuestro hijo de tres años no le gustaría, pero sí, aunque le tiró más la morcilla y el buen pan que sirven.

Luego llegaron los platos fuertes: lechazo y tostón, acompañados de una ensalada de lechuga, tomate y cebolla. Y todo sabía a lo que debía saber, algo raro por lo que te vas encontrando por ahí. El lechazo era mantequilla pura, se desacía. Sabroso, con una piel crujiente y jugosísimo. Lleno de sanor, de esos que te relames los dedos si te los has manchado. Y el tostón.... madre mía menudo cochinillo!!!!!!! Al principio me sorprendió al ver que tenía la piel más gruesa de lo normal, pero es que era de cristal, se separaba casi de la carne sin esfuerzo. SABORAZO!!!!! Crujiente por fuera y muy muy muy tierno por dentro. Jugoso, sabroso, meloso... Para lamer el plato. Y mira que con lo que había leído y con el horno de la entrada me hacía una idea, pero es que fue un espectáculo.

Para rematar tomamos dos cafés, un postre de chocolate para el nene (que debía estar bueno, porque no dejó ni las migas xD) y un par de chupitos. 

EL servicio de los camareros excelente y muy profesional. Estaban atentos a pesar de tener el comedor totalmente lleno. Además no te metían nada de prisa para doblar mesa, y eso que había gente esperando. Eso sí, cuando se levantaba una mesa y salía del comedor, en menos de 5 minutos ya la tenían montada con cambio de mantel incluido para dar servicio.

Un sitio que merece la pena visitar, que está lleno de gente local y ya sabes por qué: la comida está tremenda, sin florituras, sencilla, con un producto de primera y que te hace gozar. SI vuelvo por la zona, seguro que vuelvo a repetir. Eso sí, hay que hacer hueco antes de ir a comer, que sino no puedes, jajajajajaja.

 

Un disfrute!

  • El lechazo, tostón y la ensalda

    El lechazo, tostón y la ensalda

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