Espectacular. Con ese adjetivo podríamos definir la decoración del restaurante "Lágrimas Negras". Diáfano, luminoso, con unas cristaleras enormes y unas mesas bien separadas. Bancos forrados de cuero, maderas oscuras y tonos en blanco y negro. Nada más entrar, el ceremonioso encargado se ocupa de sentar a los comensales. Una vez acomodados, cerveza, refresco, o si tenemos ganas de ir empezando en condiciones, cualquiera de las sugerencias del irresistible carro de Champagne.
Como aperitivo, en general preparaciones sencillas al gusto de todo el mundo. Las tres o cuatro últimas veces que hemos estado nos han puesto unas patatas cocidas con alioli o salsa brava. Interesante oferta de diferentes panes de elaboración casera y degustación de aceite.
En cuanto a la comida, podemos elegir un completo y saciante menú degustación de 75€, o bien seleccionar entre cualquiera de los entrantes, carnes y pescados. Para empezar recomiendo el jamón, las ostras con Bloody Mary, el foie, que aunque de gran calidad cambian frecuentemente su manera de elaborarlo y que no siempre cumple con las expectativas, o cualquiera de las ensaladas de temporada. De segundo, cinco o seis clases de pescado fresco, que preparan con ingredientes y guarniciones que no enmascaran su sabor, carnes de todo tipo como el solomillo con cebolletas y trigo sarraceno, materia prima esta última que veo frecuentemente en bastantes restaurantes, quizá por la influencia de Abraham García, cordero, caza de pelo y pluma y un inamovible steak tartar de gran sabor y calidad que preparan delante del cliente.
De postre y si aún quedan ganas, pues las raciones son generosas, la fenomenal, fina y clásica tarta de manzana que tendremos que encargar al principio, el brioche, el surtido de quesos o la última y seguramente acertada innovación con algo de chocolate.
El vino se cuida en serio y eso se nota desde cualquier lugar del restaurante; cava central, acristalada y elegante, llenita de botellas, el referido carro de espumosos que va y viene, copas de excelente calidad, tamaños y formas, diferentes decantadores, pero sobre todo dos sumilleres profesionales de verdad, sabios y humildes: Juan Antonio, que últimamente parece desaparecido, pues hace tiempo que no le vemos, es una enciclopedia andante y así lo refleja su curriculum, y Óscar, extremadamente educado, amable y que también sabe una barbaridad. Cualquiera de los dos nos ayudará a dar con la referencia más adecuada de una de las mejores cartas de Madrid, plagada de marcas, añadas y zonas a unos precios bastante ajustados.
Clientela de todo tipo, extranjeros alojados en el hotel, parejitas de cena romántica y algún que otro grupo de amigos. Si tuviera que poner un pero, hay veces que las combinaciones son estrambóticas y el resultado final no es un caballo ganador. De todas formas, en términos generales mantiene un nivel alto de cocina, personal, ambiente y sobre todo como ya he comentado del apartado del vino.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.