Que lastima de lugar, que pena da llegar a un sitio y ver como a las 21:15 el comedor lo tiene apagado y ser nosotros los primeros y los únicos.
Nos sentamos y veo desangelado el lugar, al que con cierto cariño trate en otras ocasiones, su jefe de sala, Michel, ya no está, nos atienden y como ya me conocía el asunto por anteriores veces, pregunto si ya tienen vinos donde elegir, la señorita me dice “es que estamos cambiando la carta y solo tenemos estos tres” cosa que ya decían hace meses.
Las estanterías vacías, la climatizadora grande son solo 6 o 7 botellas y la sensación de que aquello le queda dos primaveras o unas fallas se apodera de nosotros y nos hace levantarnos y salir del lugar sin haber pedido nada más que disculpas por haberles hecho encender las luces.
Messana agoniza y si nadie lo remedia, se perderá un muy bonito lugar donde cenar y tomar una copa.
No punto comida ni precio por obviedad.