Primera visita a Calima y la experiencia no pudo ser más positiva. Tengo que reconocer que los restaurantes de cocina de autor, creativa o como la quieran llamar me dan miedo puesto que no es la primera vez que sales de uno de estos "templos culinarios" con hambre y los bolsillos vacíos.
No es el caso de Calima en absoluto.
La cena consistió en un menú de 17 platos, todo ellos sorprendentes y geniales, con una variedad de materias primas, presentación y ejecución inigulables. Sobre materias primas tradicionales (ventresca, foie, bacalao, atún...) se iban sucediendo platos con reminiscencias japonesas, andaluzas, thai...
Podría estar horas describiendo los platos, pero no habría palabras para resumir la sensación de estar sentado en Calima disfrutando de semejante festín.
El servicio es perfecto. Algún comentario anterior hace referencia a su juventud, dato cierto, pero no menos cierto que su profesionalidad impecable, pendentes en todo momento que no faltara pan, vino, aceite, agua.... Los platos eran servidos (sin las matadoras esperas entre plato y plato) al unísono a cada comensal, acompañado en todo momento de un breve explicación sobre los mismos, sin rasgo alguno de altanería o arrangancia (no hay nada peor que un camarero resabido).
La carta de vinos es amplísima y su servicio excelente.
Volviendo a la comida, hay que recalcar la búsqueda de la perfección en los pequeños detalles: gran variedad de panes, aceites y excelente tabla de quesos (la única que he visto capaz de igualar a la del Santceloni en Madrid).
El entorno es magnífico. Decoración muy bonita (cocina transparente), con amplia separación entre meses y todo ello con vistas al mar.
Por último, el precio. Después de dejarme 250 euros por comensal, la primera tendencia es a puntuar mal la relación calidad/precio. No obstante, creo que la experiencia lo justifica plenamente. No es un restaurante más y por tanto no es comparable. Lo que ayer viví en la cena, va más allá de la comida y por tanto los 250 euros por comensal los considero muy perfectamente invertidos (aquí, para gusto, los colores -hay gente que le hace más ilusión ir un fin de semana a Madrid y dejarse 1.000 eruso para a ver un madrid-sporting que puede quedar 0-0-)
En resumen, fantástico.
Tabla o carro de quesos, que envidia, vale la pena cogerse un avión hasta málaga, alquilar un coche ir hasta Marbella volver al aeropuerto y a Valencia otra vez. La mejor experiencia gastronómica que he tenido en mi vida, el calima no es un restaurante. ¿Aún siguen sin abrir al mediodía?
SALUT¡¡¡
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