El camarero llega con una bandeja con 4 copas de coctail con una gelatina

El camarero llega con una bandeja con 4 copas de coctail con una gelatina de sangría y vainilla, un sifón y una caja con... nitrógeno líquido! Y prepara unas palomitas de pera Williams en directo delante del comensal. Un espectáculo. El servicio del vino es de libro, con una carta dividida en seis tomos y un carro de vinos de aperitivo sublime, 3 o 4 champagnes y 3 o 4 Jereces, destacando entre los primeros el Dom Perignon Vintage 96 y el Laurent Perrier Rosé. Nosotros tomamos una copa de este último y, a continuación, una selección del Sumiller: Botani 2004, elaborado por Alois Kracher, un moscatel seco francamente bueno. A continuación un Vallegarcía Viognier 2002, quizá algo falto de expresividad en nariz, Vinya des Moré 2003, de baleares, 100% pinot, correcto, y un Pago de Tharsys 2002 también a buen nivel. Con los postres, una joya, cortesía del sumiller: Inniskillin Icewine Vidal Gold Oak 2004. Impresionante. Sin palabras. Además que es el único que, según el sumiller, bebe Dani. El servicio de sala genial, de los que quitan el hipo, ningún fallo, todo el rato pendientes, no faltaba nunca de nada, francamente sublime... También comentar que a nosotros sí nos ofrecieron unos pequeños petit fours con el café a diferencia de los anteriores comentarios. El precio, 140 euros por persona que, para lo que comes y bebes y donde lo comes y bebes no resultan un gran exceso. En fín, una experiencia increible y que merece la pena vivir en persona.

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