Cocina catalana

Ubicado en una bonita casa de dos plantas, es curioso observar como su clientela es una mezcla de turistas (debido a su ubicación) y clientes de toda la vida, comidas familiares.

De entrada y para picar unas croquetas de rostit y unos calamares a la romana, ambos buenos, caseros y frescos.

De segundo solomillo de buey cafe paris, bueno, tierno sin nervios la salsa creo que tenia romesco y una fideua, normal, correcta

Postres un pastel de queso muy bueno y un sorbete de anis del mono que me llamo mucho la atención y que después no me acabó de sorprender.

El vino un Pittacum (16,10€), historia curiosa la que rodeó el vino, lo sacan del armario climatizado que teniamos justo detrás, el vino caliente (literalmente caliente) el chico joven que nos lo sirve ni se entera (la botella ya lo delataba), pedimos enfriarlo y en paz.
El equipo de camareros era una mezcla de los de toda la vida y los nuevos, el nivel de servcio varia dependiendo de quien te sirve (a nosotros nos tocaron los dos). Justo en la mesa de al lado el camarero veterano si se dio cuenta de la botella de vino caliente. Finalmente, era un problema en el armario climatizado.
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