Visitamos por primera vez este establecimiento. Parece una taberna de toda la vida, en la cual se nota que el tema del vino cobra importancia.
Las mesas son pequeñas y no hay gran comodidad, pero vale la pena la visita. La carta de vinos es extensa, con precios interesantes. La carta de comida muestra cocina tradicional sin artificios. Nosotros probamos:
- Las berenjenas con salmorejo y bacalao. Bastante bien.
- Las alabadas croquetas: muy buenas, caseras.
- Las carrilleras. Ricas.
- Los patés de pelo y pluma. No nos convencieron.
De vinos probamos Salia, de 2006, en copas decentes. Bien de temperatura. También dos PX, uno de ellos de 20 años, acompañando a unas trufas.
Volveré, porque me quedé con ganas de probar más cosas de su amplia carta. El precio que pongo por persona incluye todo lo descrito. (Salia 22 euros, 2 PX 10 euros).
El servicio hizo lo que pudo ante la demanda de gente que había el viernes noche.
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