Contrariamente a algunas críticas que he leído, a mi El Quinto Vino sí me gusta.
Se trata de una taberna con restaurante en un local pequeño, con una barra corta y las mesas muy juntas. Los fines de semana están siempre al completo, llegando a ser a veces algo agobiante. Dirigidos por el dueño, los camareros hacen todo lo posible por atender adecuadamente las mesas y la barra, contando con poco espacio para desenvolverse.
He estado allí muchas veces y seguiré repitiendo, el ambiente me parece auténtico. Se respira cultura del vino y casticismo por los cuatro costados, en un local con solera andaluza y del Madrid de los años 80 a partes iguales. En la barra se puede disfrutar de unas cañas bien servidas y unos aperitivos, o ya entrar en raciones si no hay mesa.
Amplia carta de vinos a precios aceptables, y en las viandas destacaría las croquetas caseras, los callos con garbanzos, el rabo de toro, las anchoas de santoña con piparras de guipúzcoa y tomate rallado, las albóndigas con patatejas, y algo tan "simple" como los huevos estrellados. No se puede decir que haya grandes platos elaborados, pero hay esmero y alta calidad en la materia prima. Cuando cierran la cocina te puedes conformar con el jamón de bellota, buenos embutidos, y mejor queso.
A mi siempre me han atendido correctamente, y sólo tengo buenas palabras para con ellos.