Fonda en la carretera. Local grande, ruidoso y lleno. Es una casa de

Fonda en la carretera. Local grande, ruidoso y lleno.
Es una casa de comidas de toda la vida, para disfrutar de una cocina bien hecha, muy honrada y sin pretensiones. Servicio rápido y profesional. Manteles de tela. Menu del día y carta con platos típicos de la zona. Ternasco, manitas de cerdo, perdiz, faisán, codornices o arroz con tordos. Carta de vinos más que aceptable para un sitio de éstas características, con referencias de la zona(Terra Alta, Calatayud, Cariñena...), servicio del vino inexistente y copas de duralex altas.
Nosotros tomamos: fessols tous(alubias blancas) con sardina salada y escalibada con pate de aceitunas negras, de primero; y cabrito rebozado y longaniza de aragon con patatas fritas (de las de verdad) de segundo. De postre, helado de orchata con membrillo, y mostillo. Todo estaba buenísimo. Vino, Llàgrimes de Tardor, y vino rancio de la casa, de cortesía. Cafés. 20 euros por persona.
Vale la pena.

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