Si bien la visita a Arzak me dejó bastante mal sabor de boca, por suerte

Si bien la visita a Arzak me dejó bastante mal sabor de boca, por suerte al día siguiente se me olvidó todo al visitar Akelarre. Comparar no es bueno, pero es que no hay color…Todo rozó la perfección. Entorno bonito, mesas grandes y adecuada separación entre ellas, sensación de paz y de relax, el tempo de servicio perfecto, camareros que no eran simples robots recitadores de platos (como en muchos sitios) sino que sabían a la perfección de lo que hablaban, acerca del menú y su elaboración; en resumen, mientras que Arzak daba la sensación de comedor industrial (exagero un poco, por supuesto), aquí se veía clase por todos lados, empezando por la recepción y acabando por el señor Subijana. Respecto a la comida, menús degustación sorprendentes, imaginativos y divertidos. Diferentes texturas y combinaciones acertadísimas, platos muy sabrosos, aperitivos y postres fabulosos. Me faltan palabras para describir la experiencia. El tema del vino también fuera de serie: el sumiller, de esas personas con tantos conocimientos como amabilidad y modestia; las copas (Riedel, Spiegelau), por lo que vi, diferentes en cada mesa dependiendo del vino escogido. Casi un 10.

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