el día de San Isidro estaba en Madrid y buscamos un restaurante para un grupo; como uno de los compañeros sabe que me gusta el buen yantar quiso sorprenderme, dado que yo no conocía este local.
La verdad es que me gustó un montón. Nos pusieron en un pequeño comedor que hay bajando unas escaleras a la dercha, dado que el principal estaba lleno. La decoración me pareció preciosa con todo un gran aparador de fruta y verdura, me recordó otro bello restaurante de Verona. NUestra mesa es zona de paso hacia una barra con un colección expectacular de copas y licores.
Menaje impecable.
Cenamos estupendamente, compartiendo de primeros una scolmenillas fantásticas, alcachofas estofadas, huevos rotos y unas zamburiñas que me dejaron impresionado (¿ospodéis creer que no las había probado en mi vida?.
Los segundos rayaron a gran altura: lasaña de bogavante, pixín, entrecó,...
Un variado de quesos asturianos y los frixuelos pusieron la nota de postre.
Carta de vinos fantástica y ademas sumiller,..., me hizo mucha iluzión y me dejé aconsejar pero la decepción vino después, él no trajo el vino, ni lo cató ni lo volví a ver en toda la cena. Eché en falta más atención por su parte.
Servicio profesional y muy amable. Enfriaron el vino sin problema.
En fin, pasé un rato muy bueno en un entorno excelente y con un producto de grandisima calidad. Unos GTs muy bien preparados pusieron un punto final de nota.
Claro que 100€ per cápita es mucho dinero...