Pequeño bar con restaurante dedicado fundamentalmente al culto del vino.

Pequeño bar con restaurante dedicado fundamentalmente al culto del vino. Impresionante armario bodega mostrando un helenco impactante: Pingus, L’Ermita, Pesus y Cirsion. Desde el primer momento se respira amor al vino en este local, sobre todo si miramos sus paredes y expositores, donde podemos contemplar una selección de vinos notabilísima. Como no teníamos mucho hambre, tomamos dos copas de Mantel Blanco Rueda y otras dos de Estancia Piedra, ambas recomendadas por Trifón, que estuvo amabilísimo y muy pendiente durante todo momento, unas croquetas de morcilla estupendas y un rabo de toro, que nos deshuesaron, macanudo. A destacar también las gambas de Huelva recién cocidas. Carta de vinos impresionante, buenas copas y excelente servicio. El local? Para mí tiene su encanto, no todos los locales tienen por qué ser amplios y espaciosos; éste tiene un no se qué que lo hace especial, eso sí, no vayáis un fin de semana por la noche... es mucho más recomendable ir entre semana. Buena RCP tanto de la comida como de los vinos. Para disfrutar e ir en compañía.

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