No se puede pedir más por menos

Son ya numerosas las visitas a La Salita y no puedo recordar un día que haya salido insatisfecho, por lo que finalmente me he animado a dejar este comentario.
Regamos nuestros primeros platos con champagne Jean Paul Deville, muy fresco, una acertada elección pués maridó perfectamente con los chips de patata y sardina sobre deconstrucción de escalibada, y el salmón fresco marinado sobre velo de espinacas y salsa de eneldo terminado con bronuais de tomate (otro acierto de La Salita ha sido facilitar el menú por escrito, ya que entre mi memoria de pez y la dicción poco académica del jefe de sala y su sumiller, sería imposible para mi recordar estos platos con nombre y apellidos).
A continuación, y por sugerencia del sumiller, bebimos un Carandelle, sangiovese biodinámico de la Maremma Toscana, que realmente nos sorprendió. Lo que me llevó a consultar en Verema y ver que trece veremeros lo califican con una media de 8,7, quien necesita guías teniendo a Verema. Perfecto compañero para la terrina de conejo con salsa de mostaza y rocas de Pedro Ximeez. A continuación un clásico de la casa, el granizado de gin tonic. Como principales un arroz meloso de almejas con alcachofas y aire de naranjas y el lomo alto de novillo sobre mousse de raiz de apio. Ambos de magnífica ejecución, y todo con un control exquisito de los tempos en el sevicio.
Colofón con la feria de postres que a priori siempre digo que me voy a saltar y finalmente acabo cediendo al angelito "malo".
En su estilo, como avanzo en el título, hoy en día en Valencia no conozco otro restaurante que me ofrezca algo, ni siquiera similar, por ese precio.