Cena para 14 comensales como celebración final de un curso con gente de fuera de la comunidad y con ganas de conocer el lugar y la cocina televisiva y sobre todo por comentarios mantenidos en reuniones similares que hacen crecer expectativas e ilusiones.
Nuestra cena:
Chips de algas dispuestos sobre adorno de la mesa: curioso y agradable aperitivo de entrada.
El árbol de la vida junto con una bandeja para compartir unos snacks: Unos pequeños bocaditos agradables y sabrosos que fueron:
. Tartar de salmón: pequeño tomate relleno de un delicioso tartar de salmon.
. Cucurucho de queso de cabra: un cucurucho crujiente con un fondo de queso muy agradable
. Bombón de queso azul y chocolate blanco: se recomienda guardar para el final porque la intensidad del sabor puede hacer que los demás se queden ensombrecidos
. Mini sadwich de conejo: un bocadito sublime de conejo guisado y que merecería ser un principal
. Cucharita hecha de queso sobre una lámina crujiente y que no recuerdo que llevaba sobre la misma. Se come todo hasta chuparse los dedos.
Ensalada de salazones y encurtidos con aceite de albahaca: la presencia de estos productos despierta salivación y preparación para el resto de la comida. Plato superrefrescante. El emplatado sorprendente.
Caballa envuelta en lechuga de mar con leche de tigre y cogollo marinado: de nuevo un plato completo de sabor.
Gin tonic granizado para cambiar de sabores
Guiso de setas (trompetas de la muerte) con esferificaciones de queso Idiazábal, cebolla y tabelles frescas: un plato con un fondo profundo de guiso de la abuela pero con presentación y elaboración superactual. Para comerse un pozal.
Cochinillo, cochinita y la causa limeña: nada graso, crujiente, perfecto punto de cocción, buen punto ácido para permite transformarlo en plato ligero.
Corzo lacado en salsa de regaliz con migas de castañas y salsa cassis: las migas crujientes hacen de sendero para llegar a una carne sabrosa cuyo único problema es que se acaba.
De postre: setas dulces. Una presentación, sabores y texturas propias de un postre de chef top. Parece un boletus y una amanita.
Para finalizar el tenderete, conocida presentación con sus camisetas de genjibre colgadas con pinzas y en la base los petits fours habituales entre los que destacaría el macaron de violeta.
Unos cafés, los panecillos y unos pocos gin tonics fuera de precio pactado, completaron la cena.
En el apartado de beber un blanco Monsalve y un tinto Estenas 2011 aparte del agua consiguiente.
Es una cocina que cada vez tiene más profundidad y equilibrio que empieza a salir en las guías. Algunos ya sabíamos de ella antes de salir en los papeles y en la tele. Eso que llevábamos adelantado.
Una agradable visita de Begoña con sus comentarios y anécdotas y sus proyectos de futuro, con el bien saber hacer de Sergio en la sala nos hicieron pasar una velada inolvidable.