Es la segunda vez que disfrutamos de este lugar y habrá una tercera. No fuimos porque Begoña ganase el concurso de televisión, sino porque la primera vez nos sorprendió y disfrutamos, además de qe fue un regalo de Navidad.
El primer plato fue "El árbol de la vida", riquísimo y sorprendente a la vez. No quiero desvelar nada porque vale la pena ir a comprobar por uno mismo el gusto de este primer entrante.
Luego nos sirvieron una ensalada de encurtidos y salazones. Buenísima y elaborada con mucho gusto.
El salmón con ravioli relleno de requesón y eneldo estaba riquísimo, pero el plato estrella para mí fue el alli pebre de plankton con filete de bacalao. El plankton está de escándalo y el bacalao fresco y riquísimo.
Después nos pusieron un granizado de gin tonic, fenomenal para cambiar del pescado a la carne.
Delicioso el plato de huevo a baja temperatura con polenta, jugo de pato y trufa fresca. El mejor después del alli pebre. Este plato combinado con los exquisitos panecillos variados, uno de los mejores.
Acabamos los salados con el filete de pichón con su jugo. No sé si era el más flojo o es que al último llegamos sin hambre, no obstante, riquísimo también.
Todo esto lo regamos con un vino del priorat del 2011: Ferrer Bobet de Vinyes Velles (38€ la botella). Absolutamente recomendable. El servicio de vino muy bueno hasta que cometí la "terrible imprudencia" (oh Dios mío) de coger yo misma el decantador que estaba en una mesita auxiliar detrás de mi, y servir vino. Inmediatamente vino un camarero delgado con gafas nada amable y me dijo arrancándome el decantador de las manos: "disculpe señora pero no me quite mi trabajo, hay mucha gente en paro". Ni el tono, ni su seriedad, ni su fuerza con la que me quitó el decantador fueron correctas. En ese momento me violenté y no me salió una respuesta, algo de lo que ahora me arrepiento. Si la botella la pago yo, la pudo tocar cuando quiera y servirme como me dé la real gana. No obstante todo lo demás fue tan perfecto que este detalle no me nubló la velada.
Empezamos con los postres: castaña de tiramisú de turrón con toque de yogur en su interior, absolutamente acertado y riquísimo.
Con los cafés nos sacaron un tenderete de Petit fours que hizo que la noche terminase con una gran sonrisa. Muy bueno a la par que original y sorprendente porque era un tenderete de verdad!
Al terminar, Begoña salió con la timidez y sencillez que la caracterizan y saludó a todos los comensales mesa por mesa conversando con todos y cada uno de nosotros y prestándose a hacerse fotos con sus clientes. Un encanto.
Sin duda alguna, VOLVERÉ.