Decepción.

Fuimos a Viridiana dispuestos a confirmar la buena impresión que dicho restaurante nos causó en la primera vista. Sin embargo, nos llevamos una desagradable sorpresa. El servicio, como ya indiqué en mi anterior comentario, fue amable pero no de la calidad que se le presupone a un restaurante de este tipo. Asimismo, me reafirmo en mi comentario del entorno: local pequeño y con mesas muy juntas que hace que los comensales no tengan la independencia deseada.
No obstante lo anterior, la gran decepción vino del lado de la comida. No discutimos la calidad y ejecución del producto pero las cantidades fueron ridículas (especialmente en lo que a los entranes se refiere) y teniendo en cuenta los precios a los que las cobran esto resulta inaceptable. No puedes pagar 300 euros por comer e irte con hambre. Resalto esto último porque me da la impresión que últimamente se asocia la queja sobre la cantidad del plato a ser una especia de troglodita culinario. Nada más lejos de la realidad pero estoy harto de este tipo de cocinas que se escudan en su supuesta creatividad o exclusividad para privarte de la comida que estás pagando. Puede que no sea el caso de Abraham y simplemente tuve mala suerte ese día, pero desde luego esa fue la impresión que me dio. Poca variedad de postres y pasables.
La carta de vino impresionante aunque con precios muy elevados. Se dio la circunstancia que no disponían de la botella que pedí en primer lugar.
La rcp nefasta.

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