Buen beber y mejor comer

Muchas ganas teníamos de visitar Viridiana y aprovechando ayer que era fiesta en Madrid, pues visitamos este singular restaurante.

Absolutamente recomendable, aunque quizás debido a las altísimas expectativas con las que iba, no salí tan entusiasmado como imaginaba, en todo caso es sin duda unos de los restaurantes obligatorios que hay que conocer en Madrid.

Nos acomodaron en la planta de abajo, que tiene un aire más acogedor, con una decoración más actual de la que me figuraba. Como no es temporada del melocotón blanco, no pudimos disfrutar de sus afamados Bellinis, así que nos pedimos 2 copas de champagne de aperitivo (creo que era Piollot) mientras ojeábamos la carta de vinos, porque para las comidas mejor esperar a las explicaciones de Abraham García con las sugerencias del día, que te dan ganas de pedírtelo todo, especialmente si eres fan de la casquería. No nos ofrecieron el afamado menú degustación.

De todas formas, como las raciones son generosas y te sirven 2 aperitivos de parte de la casa, nos apañamos con 1 entrante a compartir y 2 principales y quedamos satisfechos.

APERITIVOS
*Gazpacho de fresones y jamón ibérico. Refrescante y muy cremoso, muy buena forma de comenzar la comida.

*Boquerones marinados con salsa nikkei. Excelentes los boquerones, muy bien combinados con una salsa nikkei ligeramente picante.

ENTRANTE

*Huevos de corral con mousse de boletus y trufa negra rallada (29 €). Nos lo sirvieron en 2 sartenes individuales con 1 huevo cada una. Este plato es básicamente sabor, excelente la combinación del huevo con el boletus y el toque de la trufa

PRINCIPALES

*Canelones de rabo de toro (25 €). Con queso de Mahón por encima, de los mejores canelones que haya probado, vienen 2 generosamente rellenos con rabo de (naturalmente de vaca como dice el propio Abraham cuando canta las sugerencias), muy bien cocinado y pleno de sabor.

*Lomo de Vaca del Valle del Esla con Hongos y Ñoquis de Patata nueva salteados a la salsa de Chile ahumado (29 €). Excelente producto, se podía cortar con mi cuchillo de los canelones, con el punto exacto.

Para acompañar lo anterior, disfrutamos de un excelente vino de Côtes du Roussillon de Oliver Pithon “Les Vignes de Saurnes, 2001” (45 €). Buscamos algo diferente y acertamos, con un cierto punto viejuno, que evolucionó en copa fenomenal. Acompaño muy bien la comida y se bebía solo.

La carta de vinos más corta de lo que pensaba, pero muy bien seleccionada, con muchas añadas que nos son actuales y referencias que se salen de lo convencional, que lógicamente hay que pagar, no es barato beber aquí, pero se hace muy bien. Buenas copas. el servicio de vino se limita descorchar y dejar la botella en la mesa, rellenando ocasionalmente, pero yo lo prefiero así, en este tipo de comidas, me gusta disfrutar del vino a mi aire y a mi ritmo. Me sorprendió mucho que nadie nos ofreciese asesoramiento.

No tomamos postre y pedimos un par de cafés, que te traen con unas excelentes trufas (me recordaron a las trufas Martínez de la calle Ruzafa en Valencia). Terminamos con sendos armagnac (11 € cada uno), que te sirven de una botellón enorme (más de 5 litros por lo menos) que puso colofón a una comida muy agradable.

En resumen, experiencia positiva, con una cocina tradicional de mucho nivel, basada en el producto, y un servicio muy profesional y agradable, que lógicamente hay que pagar (la cuenta fue 177 €), no hasta el punto de salir alucinado y estar deseando volver a repetir, pero que sin duda merece la pena. Hay que conocer Viridiana.

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