Comedor bastante agradable, si no te colocan en las dos mesas más próximas

Comedor bastante agradable, si no te colocan en las dos mesas más próximas a la puerta, donde te da el aire. Servicio muy atento y cordial. La especialidad son los arroces y risottos. La carta de vinos es corta, pero la encontramos suficiente, con algunas propuestas modernas, de bodegas poco conocidas en los vinos jóvenes, y oferta bastante clásica pero acertada en los crianzas. Las verduras y setas al wok y la terrina de foie-gras, muy agradables. El arroz de pato, estupendo, y el risotto con calabaza, sorprendente (un acierto). La carta de postres es muy corta, pero nos gustó la "deconstrucción" del tiramisú, y muy curioso y original la forma de presentar el "pan con aceite y chocolate". El vino (un Maius de 2004, del Priorat), acompañó perfectamente. El precio, unos 40 Euros por persona (sin el vino, claro), nos pareció razonable.

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