La verdad es que la visita es reseñable por el hecho de que vas comiendo lo que van sacando los camareros a voces. Antiguamente (dicen) que se subastaba, cosa que ahora no es así porque el plato lo coge el primero que levante la mano. Allí no se va a beber vino, si acaso una cerveza fresquita. La comida muy normalita, que echan 2 kilos de calamares, sacan 20 platos y los colocan. Echan otros 2 kilos de boquerones en el mismo aceite y misma operación, ningún plato especialmente rico. Luego el tipo que cobra te cuenta los platos y te cobra, tampoco es barato.
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