Restaturante de los catetos que vamos a málaga a comer pescado, tiene fama

Restaturante de los catetos que vamos a málaga a comer pescado, tiene fama, poco más, complicadísimo aparcar, apelmazadas las mesas, la gente fumando a su bola en un local abarrotado por más de 300 personas y cerrado bajo un toldo, imposible mantener una conversación del ruido de comensales, camareros gritando, negros vendiendo subproductos, un lolailo con la guitarra, varios vendedores de lotería con diferentes taras físicas... y ahí radica su encanto, la verdad. La comida normalita tirando para floja, el vino no sé porque ni pedí no vi a nadie tomando vino. Boquerones y "chanquetes" pringosos (encontré media cáscara de una pipa de girasol rebozada y frita en el plato!), la ensalada era un cuenco navegando en agua avinagrada hasta la mitad de su contenido, y la lubina a la plancha perpetrada horrendamente, jamás probé jamás lubina tan mal hecha. Tampoco es barato. Para echar el rato, mejor ir un grupo grande y así podéis probar más cosas, lo mismo atináis con algo. A 1 metro de mi silla, vertieron una bandeja de cerveza rancia (las sobras de un grifo) en un cubo lleno de platos sucios para intentar paliar el aroma del ducados de los de la mesa de al lado. Pestazo a cerveza rancia.
En fin, para echar el rato, casi se ríe uno, pero tardaré en volver, para mí era un lugar mítico cuando era un niño y mis padres me llevaban de Granada a Málaga a comer pescado, ir al tintero era toda una ocasión.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar