Un grato reencuentro.
La primera vez que visitamos este restaurantes me dejó un tanto frío. Tanto el local como la cocina no acababan de transmitir sensaciones más allá que la del puro acto de alimentarse.
Esta vez nos encontramos con un local que dista mucho de aquella desangelada sala de hospital y una cocina con una personalidad y un buen hacer notable.
¿Hay algo más importante que aprender y evolucionar? Visitamos el local recién abierto y no se habían asentado las bases de lo que es hoy este restaurante que tanto disfrutamos la otra noche. Entono el mea culpa por no haber vuelto antes, aunque me alegro de que estos 5 años hayan servido para consolidar lo que allí encontramos.
Cocina de mercado con algunos clásicos de la cocina internacional de los que pudimos probar el timbal de atún con tzatziki muy rico y refrescante, bien presentado. Comimos además unas croquetas de berenjena muy buenas también, sin excesos de aceite y con rebozado nada grueso. Como plato principal compartimos un steak-tartar que estaba muy bueno, pero con un punto pasado de "sabor", para mi gusto, algo salado por el exceso de la salsa worcestershire, y poco picante, aunque en este último punto reconozco que un gusto personal ese toque de más. Aun así, la textura, el picado y el sabor de la carne fueron muy ricos.
De postre tomamos un clafouti de fresa (primera noticia de esta preparación) muy rica.
La carta de vinos es muy completa, con especial atención a los vinos internacionales. Nos decantamos por un Savary perfectamente servido y atendidos por la encargada de sala a la que pedimos consejo y acertó plenamente.
Volveremos, sin duda.