Estuvimos dos parejas en casa de Fernando hace algo mas de un mes. Es un

Estuvimos dos parejas en casa de Fernando hace algo mas de un mes. Es un restaurante atípico, prácticamente una casa de comidas con un saloncito que tres mesas y un aforo no superior a 10 o 12 personas. La manteleria a cuadros como en casa de la abuela y los muebles antiguos restaurados. No nos dio carta, ni de comida ni de vinos a pesar que se la pedimos, nos indicó que el nos ponía de comer y, a pesar que no estabamos muy convencidos, quisimos entender que se trataba de una forma "familiar" de tratar al cliente. Nunca supimos antes de mostrárnoslo lo que ibamos a comer o a beber y mucho menos los precios. Nos puso unas rayadas de Denia que, después de la inagotable locuacidad de Fernando en cada plato, quise entender como que las cogía un buzo con las manos desnudas y las traia a nado desde allí, dos piezas por comensal ricas con el solo ingrediente de una excelente materia prima cocida al punto. Fideos con erizos distintos pero sin destacar y terminó con un pastoso perol de patatas desechas con un bogabante que descubrimos por su exoesqueleto y al que el llamaba "guiso de bogabante con patatas", malísimo, pasado, salado y pesado. Pedimos carne ya que no nos trajo en el "menú a ciegas" y nos dijo ¡¡¡que no tenía!!!. Rioja desconocido y unas cervezas en el aperitivo. Bueno, la broma fue de 500 euros, por la mitad me hubiera parecido caro. Evidentemente pagamos y adiós, para siempre.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar