Es un restaurante de siempre, reformado con decoración moderna, dirigido

Es un restaurante de siempre, reformado con decoración moderna, dirigido por su nuevo dueño y cocinero Salva Hernandez. Es decir, que es un restaurante nuevo.
La mesas correctas, bien vestidas y cubertería de esa que nunca coges bien. El salón de no fumadores tiene acceso directo a la calle, queda separado del de fumadores por la cocina y los servicios que están en el centro. Los camareros, suficientemente conocedores de lo que se ofrece en el restaurante, te tienen un poco olvidado al tener que atender dos comedores en diferentes sitios.
Carta de aguas y de cervezas además de la de vino. Esta ultima está muy bien y el servicio del vino es correcto, en copas Schott de esas angulosas y a la temperatura. No hay envinado y el servicio a copa es casi nulo, cuando pasa el camarero muy de vez en cuando. En cuanto a la comida, pues la carta esta francamente bien y la verdad es que las preparaciones de Salva sorprenden, con buena materia prima e ideas creativas, te ofrece platos que a priori es lo de toda la vida pero no lo es, juega bien con texturas y sabores y las raciones son correctas. He ido en diferentes ocasiones y he probado de casi todo, desde la ensalada templada con queso de cabra y pechuga de pato, a buñuelos caseros de bacalao y piñones que aunque mas normales, están muy ricos, carpacio de cebón, tartar de novillo argentino o el solomillo de buey con foie y reducción de oporto. Precio medio de 50 euros/pax. Con un vinos de aprox. 26 euros sin copas. Recomendable.

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